Antes de comenzar a escribir no dejaba de pensar acerca de qué
podría expresar en esta hoja en blanco, entonces decidí seguir con mi día,
esperando que viniera una idea. De repente, mi papá me sugirió ir a
ver a mi abuelita y, por supuesto, dije que sí, pues se encuentra enferma en un
hospital. Cuando estaba allí me di cuenta de muchas cosas acerca de mí, muchas
cosas sobre ellos, que quiero decirle al mundo. Entendí que lo que quiero
decir no se dice con palabras, ya que es sobrenatural; que el expresar es la
mejor manera a la cual puedo recurrir.
Para
empezar quiero hablarles de ellos: las personas que me cuidaron, me mantienen,
me aguantan, esas personas que llevan mi sangre y, aún así, a veces nos vemos
como extraños. Entendí que nunca es tarde para expresar, aunque el dolor
sea el que evite los sentimientos. Con ellos a veces siento la impotencia de
callar lo que mi boca quiere decir, de sentir cómo mis brazos no
aguantan.
Siento
que ellos y yo somos más diferentes de lo que pensábamos. Pero aún así, está
ese sentimiento que nunca termino de comprender, ese amor incondicional. Solo
pienso en ellos, esas personas tan acertadas pero al mismo tiempo tan
equivocadas, aunque no sabes si siempre estarán, lo sientes, y tienes que
saber que solo tienes el hoy, solo 24 horas para decirles o expresarles
cuánto los amas.
Sé que
se oye fácil pero no lo es, ya que por lo general con ellos no se puede hablar
sin gritar y siento que al demostrar un sentimiento tan puro quedarás tan
débil para ser corrompido por el dolor. Aún así, se puede comprender que
aunque tu patrón de vida te enseñó a ser así, hay que tener ese
escudo, aunque a veces es mejor salir de él. Pero solo les digo que en esas 24
horas no sean tan duros con ustedes mismos porque no saben cuántas horas,
minutos o segundos más tendrán para poder dar un amor tan sincero e
incondicional, como el que se tiene en el interior.
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